La historia de Keith comienza en el campo de fútbol americano. Durante su infancia en East Garfield Park, su velocidad era legendaria en los partidos improvisados del vecindario. "Siempre era la primera elección", recuerda entre risas. Su atletismo y determinación eran evidentes desde temprana edad, pero el plan de vida lo conduciría por un camino diferente. Hoy, a los 40 años, Keith reside en Belmont Cragin y está construyendo un legado para su hijo de nueve años, uno arraigado en el trabajo arduo, la resiliencia y el compromiso con el aprendizaje constante.
Para Keith, el trabajo nunca ha sido simplemente un medio para obtener un salario. Se trata de estabilidad, seguridad y la creación de oportunidades para su familia. "No trabajo solo para mí", afirma. "Trabajo para mi hijo. Todo lo que hago es para asegurarme de que él tenga lo que necesita".
La trayectoria de Keith ha sido poco convencional. Ha trabajado en construcción, preservación de propiedades, cultivo de microvegetales y transporte público, cada función enseñándole valiosas habilidades que ha llevado consigo. Su tiempo en una empresa local de construcción y preservación de propiedades destaca como un período de crecimiento. "Aprendí de todo allí: bombeos de agua, descongelación de pisos. Cuando el trabajo escaseaba, la dirección me mantenía porque sabía hacer tantas cosas. Es difícil prescindir de alguien que lo sabe todo".
Esta mentalidad de volverse indispensable lo ha guiado a través de cada desafío. Tras dejar esa empresa, Keith asumió roles en transporte y luego en servicios ambientales para un hospital. Sin embargo, cuando golpeó la pandemia de COVID-19, se encontró desempleado e incierto sobre su próximo paso. La investigación lo llevó a la Chicago Urban League, donde su experiencia laboral única los llevó a sugerir que se pusiera en contacto con Skills for Chicagoland's Future. Nuestro equipo lo conectó con un puesto como Técnico de Servicios Ambientales en el Rush University Medical Center. "Cuando Rush me dijo que estaba contratado, fue la mejor noticia que había recibido en mucho tiempo", afirma.
El puesto en Rush no es solo un trabajo; es un punto de inflexión. "Quiero iniciar mi propio negocio de preservación de propiedades", comparte Keith. "Todo lo que he hecho —construcción, servicios ambientales— se relaciona con ese sueño. Quiero asegurarme de que cuando limpie una propiedad, nadie tenga que enviar a alguien más detrás de mí. Será minucioso, hecho correctamente desde la primera vez".
Keith aborda su trabajo y su vida con la mentalidad de un entrenador. "Hay dos tipos de personas en el mundo: quienes encuentran una manera y quienes encuentran excusas", dice. Su consejo para cualquiera que enfrente desafíos es simple pero profundo: "Nunca te limites a una sola cosa. Aprende todo lo que puedas. Cuanto más sepas, más difícil será que un trabajo te rechace".
El optimismo de Keith es contagioso. A menudo comparte pepitas de sabiduría alentando a otros a reconocer y aprovechar las oportunidades. "Todo lo que haces es una elección", dice. "Si no haces nada, la negatividad te seguirá. Pero si eliges la acción, la positividad te seguirá".
Hoy en día, los fines de semana son sagrados para él. Son un momento para reconectar con su hijo: cortarse el cabello, jugar al fútbol y soñar con el futuro. Keith ve sus esfuerzos como una forma de preparar a su hijo para el éxito, muy parecido a completar un pase en el campo. "Tiene un brazo", dice Keith con orgullo, insinuando que su hijo podría seguir sus pasos atléticos. Más allá de la estabilidad que ofrece su carrera, está agradecido por la oportunidad de asegurar un futuro más brillante para su hijo.
"No te rindas", insiste, con voz firme y convicción. Su viaje, con todos sus desvíos y rodeos, es un recordatorio de que, sin importar los reveses, siempre hay una manera de recuperarse.